miércoles, 17 de agosto de 2011

CAPÍTULO 2. Alguna verdad en un mundo de mentiras


Megan dormía plácidamente a su lado, pero él era incapaz de conciliar el sueño. La prima de Klaire lo había puesto nervioso con aquellas preguntas. Se había dado cuenta de algo y eso no podía ser nada bueno. «¡Mierda!» se reprochó «No debería haber ido a su casa. He bajado demasiado la guardia. Esto no puede volver a pasar». Se levantó de la cama despacio para no despertar a Megan, y la observó atentamente. La chica era mona. Tenía un pelo bonito, unas facciones algo duras, pero armoniosas y un cuerpo de escándalo. Reconoció que al principio le había llamado mucho la atención, pero enseguida perdió el interés por ella, y se dejaba hacer para desfogarse de vez en cuando. Pero, desde que había conocido a Klaire, todo era distinto. Ni siquiera la dejaba acercarse a él, y eso había levantado sospechas en la chica, así que de vez en cuando debía esforzarse por disimular. Su cara se contrajo en una mueca de rabia. Su vida se había convertido en una mentira. Y él, en el fondo, odiaba mentir. Pero no tenía opción. De repente un sonido le sacó de sus pensamientos. Era su móvil:
- ¿Si?
- Andrew.
Matt palideció. ¿Quién era esa persona que le llamaba por su verdadero nombre?
- ¿Quién eres?
- Eso no importa. Lo único que importa es que yo sí sé quién eres tú. Y lo que haces -contestó la voz, haciendo una pausa que puso más nervioso a Matt de lo que ya estaba-...¿O debería decir de lo que no haces? Confiamos en ti, Andrew. Déjate de jueguecitos y pasa a la acción de una vez, ya es el momento y no estamos para perder el tiempo, ¿me has entendido?
- Si, señor -respondió algo confuso.
- Eso espero, Andrew. Porque no habrá una segunda oportunidad.
-No habrá problema, lo aseguro -dijo intentando dar seguridad a su voz, aunque se notaba un ligero temblor al final-.
- Solo una cosa más Andrew -añadió la voz-, Brandom.
A Matt casi se le cae el teléfono de las manos. Cuando intentó responder, la persona ya había colgado. ¿Quién sería aquel señor que sabía tanto de él? ¿Y cómo sabía su verdadero nombre si hacía dieciocho años que nadie le llamaba así? Comenzó a mirar nerviosamente hacia todos lados, pero en la casa solo estaba Megan profundamente dormida. O eso creía él.

Hacía una hora que Terry había salido por la puerta, y parecía que el sueño no había mejorado mucho el humor de la muchacha, pues llevaba todo el día irritable y apenas había charlado con Klaire. La chica estaba preocupada por su prima, nunca la había visto tan enfadada, ni siquiera cuando rompió la caja de cristal que la había regalado su padre antes de partir donde contenía un montón de cosas personales que nunca había dejado ver a Klaire. ¡Y todo por una tontería! Klaire no podía dar crédito a todo lo que estaba pasando en su casa. Subió a su habitación para mandar un mensaje a Harry, y decirle que no podrían verse esa tarde, pero antes de que lo enviase, su prima cruzó la puerta de entrada. Soltó el teléfono y fue a su encuentro:
- Hola Terry -saludó alegremente, intentando así contagiar a su prima.
- ¡Hola Klaire! -sonrió Terry, para asombro de las dos. Terry sacudió la cabeza y miró a Klaire iracunda- ¡Sube a tu habitación inmediatamente!
- ¿Terry? ... no .. no entiendo nada. ¿Por qué me sonríes y luego me mandas a mi cuarto? ¿Se puede saber qué diablos te pasa? -gritó Klaire, enfadada-.
- Sube inmediatamente Klaire, no empeores las cosas -contestó Terry en el mismo tono-.
Klaire se dio la vuelta, echa una furia, y subió las escaleras de dos en dos. Cerró de un portazo y se tiro encima de la cama. ¿Cómo podían cambiar tanto las cosas de un día para otro? Terry estaba de lo más extraña. No entendía por qué la había sonreído y de repente, la cara la había cambiado. Primero, sorpresa e inmediatamente, ira. No aguantó más y se echó a llorar. En ese momento echaba de menos a su madre, a la real, tener una familia como los demás... y curiosamente, echaba de menos la cálida presencia de Harry, quien, en tan poco tiempo, se había convertido en imprescindible en su día a día. Al pensar en Harry se dio cuenta de que al final no le había mandado el mensaje, así que se secó las lágrimas con el dorso de la mano y salió al pasillo.
Cuando pasó frente a la habitación donde tenían el frigorífico con las botellitas de medicina, de repente se dio cuenta. «¡Oh, no! la medicina, hoy no me la he tomado» pensó, aterrada. Pero, al entrar, encontró allí a Terry, algo más calmada, revolviendo por todos lados y soltando maldiciones a diestro y siniestro. Klaire se quedó en el marco de la puerta, indecisa, sin atreverse a entrar. De repente, Terry se quedó completamente quieta y su silueta comenzó a desdibujarse en los bordes. Klaire parpadeó rápidamente, como cuando estás leyendo un libro durante mucho tiempo y notas la vista cansada o fijas demasiado tiempo la vista en algo y éste comienza a desdibujarse. Pero, al volver a abrir los ojos, no se encontró con el resultado esperado, sino que de su prima estaba surgiendo una figura idéntica a ella, algo más transparente al principio y más tarde igual de sólida que la original. Klaire se quedó paralizada. ¿Qué diablos...?
- Te... te... Terry -tartamudeó en un susurro apenas audible.
- ¡Klaire! -las dos Terry que había frente a ella se giraron al unísono- ¡Oh no..! Klaire... ¡Te dije que te fueras a tu cuarto! ¡¿Qué estás haciendo aquí?!
- Iba...Terry, ¿tú…? -Klaire parecía desorientada- mi móvil… de repente… mi medicina… y tú...
-¡Mierda! -soltaron las Terry al unísono.
Las dos Terry se levantaron y comenzaron a ir hacia Klaire, quien las miraba fijamente.
- no te acerques más -susurró tan bajito que Terry no la pudo oír.
Y de repente, las dos Terry frenaron en seco, como si una pared invisible las cortase el paso. Terry abrió los ojos con sorpresa, y luego con miedo.
- Klaire… puedo, puedo explicártelo...-consiguió articular, no sin cierta dificultad- pero primero tienes que desbloquearme.
- ¿Desbloquearte? -Klaire parecía estar en shock.
-Vamos, puedes hacerlo... -la dijo- solo tienes que invertir el bloqueo.
- ¿Invertir?
- Si... ¿Qué ha pasado para que yo dejase de poder moverme? -preguntó suavemente-
- No... no lo sé...-Klaire estaba asustada, ¿Ella había hecho aquello? ¿Pero, cómo?-yo no he hecho nada, Terry…yo...
- Tranquilízate, Klaire, sino, no vamos a ningún sitio, trata de recordar qué ha pasado... qué has pensado.
- ¡No lo sé! -Chillo Klaire- estaba asustada...
- Vale, vale, no pasa nada, solo tienes que relajar tu mente, ¿entendido? Como cuando nos relajábamos en la playa para hacer un poco de yoga, ¿te acuerdas, Klaire? -comenzó a relatar Terry, intentando tranquilizar a su prima aterrorizada- ¿Qué tendrías, diez u once años? Íbamos todas las mañana a hacer yoga a la playa y luego tú te quedaba embobada mirando a los surfistas que estaban en el mar. Fue por entonces cuando te apuntaste por primera vez a aquel cursillo de surf en verano -la chica rió- no necesitaste más que una semana para aprender a mantenerte sobre la tabla. El monitor estaba alucinado contigo...
Klaire comenzó a relajarse y notó como si unos finos hilos se soltasen en su mente, permitiendo que su prima y la doble perfecta de su prima, pudiesen moverse de nuevo. Terry sonrió, cerró los ojos, inspiró y su copia perfecta comenzó a desvanecerse en el aire, hasta que no quedó nada. Abrió los ojos y se acercó a Klaire, pero esta se echó instintivamente para atrás y salió corriendo de la casa.

Matt había salido a caminar por el paseo marítimo, pensando en aquella extraña llamada de la noche anterior cuando vio a Klaire, bajando a toda velocidad por una calle contigua. Al reconocerle la chica sonrió y le abrazó con fuerza. Él se entregó al calor de su abrazo, y notó como su hombro se mojaba por momentos:
-¡Eh, Klaire! ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? -preguntó, secando una lágrima que corría por la mejilla de la chica-.
- Terry... -contestó en un susurro apenas audible
- ¿Terry? ¿La ha pasado algo? -Matt la miró con ojos nerviosos, olvidándose lo que aquella chica había producido en él la mañana que había estado en casa de Klaire.
- No... si... no lo sé -respondió, alterada- anoche discutimos, me prohibió que nos volviésemos a ver... y esta mañana... estaba muy extraña... yo...
A Klaire se le quebró la voz y no pudo seguir hablando. Matt la abrazó y dejó que se desahogase, hasta que la chica se quedó dormida en sus brazos. La llevó hasta el coche y la colocó en el asiento trasero, procurando no despertarla. Cogió el móvil y llamó a Megan.
Una hora más tarde, en la habitación de un pequeño hotel cercano, Matt estaba inquieto, dando vueltas por la habitación. ¿Qué podría haber pasado que alterase tanto a Klaire? No podía ser. En Terry si que lo había notado, aquel halo ligeramente violeta. Pero, a Klaire nunca se lo había visto. Ella no era uno de ellos. Era tan humana como todos los demás. Cuando le mandaron a aquella misión debieron haberse confundido, pero la llamada de la noche anterior se lo había dicho bastante claro "Déjate de jueguecitos y pasa a la acción de una vez, ya es el momento" quizá... pero, no. Si fuese uno de ellos, se habría manifestado hace mucho tiempo, cuando cumplió los diez años. Y ella tenía casi diecinueve. Se sentó en el sofá que había a su lado, la cogió de la mano suavemente y la observó. Respiraba con regularidad, parecía relajada, y muy cansada. Su piel estaba algo pálida, los cabellos se pegaban a su cara y tenía unas profundas ojeras bajo los ojos. Aún así, era guapa, realmente guapa. No pudo evitar que una sonrisa se escapase de sus labios. Los ojos comenzaron a caérsele, pues apenas había dormido e intentó hacer el esfuerzo de mantenerse despierto, pero apenas unos minutos después, cayó rendido.

Klaire abrió los ojos lentamente. Le dolía mucho la cabeza. ¿Dónde estaba? Miró a su alrededor. Aquella no era su habitación, las paredes estaban pintadas en blanco, los muebles eran de madera antigua. A su lado tenía un balcón, con las cortinas ondeando tranquilamente, y al fondo podía divisar el mar. Con esfuerzo se incorporó, se puso las zapatillas que encontró a los pies y se fue al baño. Tenía una cara horrible, con toda la melena revuelta y unas profundas ojeras bajo los ojos. Cuando se dirigió hacia la puerta, alguien entró en la habitación. Asustada, se escondió tras la puerta del baño.
- ¿Klaire? -la llamó una voz familiar-.
«¡Oh, no! ¿Qué hace él aquí? o mejor dicho, ¿Qué hacemos los dos solos en una habitación desconocida?» Se dio cuenta que volvía a llevar demasiada poca ropa encima y, sin poder evitarlo, sus mejillas se encendieron. Salió de detrás de la puerta:
- ¿Harry? ¿Dónde estamos?
- ¡Oh, vaya, buenos días dormilona! -Respondió él, haciendo caso omiso a la pregunta de la chica- ¿Qué te apetece comer?
- ¿Dónde estamos? -insistió, algo más firme.
- ¿No te acuerdas? -Matt torció el gesto-. Apareciste corriendo en el paseo marítimo, llorando. Dijiste algo de Terry... y poco después, volviste a romper a llorar y te quedaste dormida. Hasta hoy. Cuatro días durmiendo, comenzaba a preocuparme que no despertases... -la voz del chico parecía sincera-.
- ¿Cuatro días? -Klaire le miró con los ojos como platos-. ¡Oh, no! Terry debe... oh...
De repente, todas las imágenes volvieron a su mente y enmudeció. Terry estaría preocupada, pero... Klaire aún temblaba al recordar a su prima dividiéndose en dos. ¿Qué había sido aquello? Le daba miedo volver, pero sólo ella tenía las respuestas a sus preguntas.
- ¿Klaire, qué ocurre? -Matt, ante el silencio de la chica, la cogió de la mano y la sentó en la cama, junto a él-.
- Tengo que volver a casa, Harry.
- De acuerdo, dame un momento que... -Matt se levantó de la cama, pero la chica le sujetó por el brazo- ¡Hey! No te preocupes, voy a por el coche y...
- No, por favor...quédate conmigo -le suplicó- tengo que volver, pero aún no.
- Está bien, como quieras.
Se quedaron en silencio, uno contra otro, sin apenas moverse, hasta que Klaire habló:
- Estoy enferma, Harry. Desde que vivo aquí, Terry ha cuidado de mi... me tomaba una dosis de una medicina al levantarme y otra pasadas doce horas -la chica suspiró-. La noche que discutimos, se nos olvidó a las dos la toma de la noche y, lo que es peor, a la mañana siguiente, tampoco nos acordamos. Ni siquiera sonó la alarma que llevo siempre en la muñeca -levantó el brazo izquierdo. Ahí estaba, como si fuese una pulsera decorativa, pero algo distinta-. Terry había salido a la compra... y al volver... deseé que me sonriera, y lo hizo, ¿sabes? pero, fue como si no lo hubiese echo por voluntad propia... y acto seguido, le cambió la cara. Se puso furiosa conmigo y me mandó a mi cuarto. Cuando me acordé de que no me había tomado la medicina... bueno, fui a por una dosis, y estaba allí Terry...y ocurrió algo muy raro...creo que tiene que ver con mi enfermedad, creo que me hace ver cosas que no pueden pasar… Terry nunca me había dicho qué era mi enfermedad... y yo siento como si me hubiese...mentido. Y yo odio a la gente que miente.
Matt palideció por momentos, y deseó que ella no lo notase. De repente, todo había cambiado entre los dos. Tenía que llevarla a su casa y desaparecer de aquel lugar lo más rápido posible. Klaire había seguido hablando, pero él era incapaz de seguir escuchándola. Ahí estaba, aquel halo malva... que en ella era más intenso que en Terry. Eso solo empeoraba más las cosas. Se levantó, contando así el monólogo de Klaire, quien había comenzado a lloriquear de nuevo.
- ¿Harry? ¿Qué ocurre?
- Lo siento, Klaire, pero no podemos quedarnos aquí por más tiempo. Tengo que llevarte a tu casa...
Ella le miró suplicante, pero él pareció no notarlo. Finalmente, suspiró:
- Está bien...si no hay más remedio... cuanto antes se resuelven las cosas, mejor, ¿no? -Klaire trató de sonreír, pero no estaba muy segura de que hubiese quedado muy natural-.

El camino hasta la casa de Klaire lo hicieron en silencio. Matt no podía dejar de pensar en la conversación que acababan de mantener en la habitación del hotel “es como si me hubiese mentido y yo odio a la gente que miente”. Le odiaría, de por vida. Su prima la estaba protegiendo, pero, ¿él? Él simplemente la estaba manipulando a su antojo. Y ahora se daba cuenta de que la destrozaría, y una vez la hubiese destrozado, se destruiría a si mismo. «¿Cómo se me puede haber ido tanto de las manos? ¿Cómo me he permitido llegar hasta aquí? Se suponía que en la academia te preparaban para ser el mejor, para que nada te afectase, pero…creo que no contaban con el amor» y, al darse cuenta de lo que había pensando, tembló ligeramente. ¿Amor? No él no estaba enamorado… la chica le gustaba, pero como le habían gustado otras en el pasado. «¿A quién quiero engañar? Ella no es como las demás»

Klaire lo miraba por el rabillo del ojo, ¿En qué estaría pensando? Se preguntó. En ese mismo momento, se le nubló la vista. Parpadeó varias veces seguidas, y cuando volvió a abrir los ojos, algo había cambiado. Estaba sentada en el asiento del conductor. ¿Cómo era aquello posible, si ella estaba segura de que no se había movido? Una voz comenzó a inundar su cabeza, pero no era la suya, sino la de Harry… «En cuanto deje a Klaire, llamaré a Megan y nos iremos de aquí. No sé que excusa ponerla para convencerla que lo deje estar…». Klaire se tapó los oídos, y volvió a parpadear fuertemente. De nuevo abrió los ojos, pero esta vez estaba todo en su sitio. ¿Qué había sido aquello? ¿Por qué había escuchado la voz de Harry en su cabeza? ¿Y quién era Megan? De repente, el coche frenó. Habían llegado.
-        Bueno, yo tengo que marcharme. Nos vemos pronto –dijo Matt sin bajarse del coche.
Klaire fue a replicar, pero el muchacho ya había acelerado y desaparecía detrás de un edificio dos manzanas más allá. Klaire trató de no pensar en lo sucedido dentro del coche, y entró en casa:
-        ¿Terry? Soy yo… estoy en casa…
Nada. Silencio. Quizá había salido a comprar, pero por si acaso recorrió toda la casa. No, ni rastro. Entró en la habitación de Terry y frenó en seco. ¿Dónde estaban sus cosas? La habitación estaba completamente desordenada, con todos los muebles abiertos de par en par y las pocas pertenencias que allí quedaban tiradas por todos lados. Algo iba mal, realmente mal. Fue corriendo hasta su cuarto, abrió la puerta de golpe y entró. Allí todo estaba igual que lo había dejado ella, salvo una cosa. Una cajita de cristal transparente encima se su cama. Se acercó con cautela, mirando en todas direcciones, cercionándose de que no hubiese nadie allí. Tomó la cajita entre sus manos, la abrió y sacó la carta que había en su interior:
“Querida Klaire,
No sé ni siquiera cómo debo comenzar una carta así, pues si la lees es que nuestro plan ha fallado, que Terry no está contigo, para cuidarte.
Perdónanos hija, por haberte ocultado durante todo este tiempo tu identidad, pero consideramos que era lo mejor. No nos culpes por intentar protegerte.
Provienes de una familia de alto linaje, y por tanto, tu vida siempre ha tenido un precio entre los cazarecompensas, por ello tuvimos que alejarte de tu verdadero hogar, de tu familia, de tu linaje y que vivieses entre humanos, como uno de ellos y no como uno de nosotros, seres mágicos. El poder que nos otorga la magia es una bendición y una condena, pues algunos no son capaces de dominarlo, y por tanto, la magia los domina a ellos, corrompiéndolos, destruyéndolos por dentro…”
La carta resbaló de las manos de Klaire, quien no se podía creer lo que estaba leyendo, ¿Magia?¿Era la magia la causante de que llevase tanto tiempo alejada de su familia? ¿De qué servía tener poderes si eso te destruía, te alejaba de tus seres queridos? La cabeza comenzó a darle vueltas, y cayó al suelo, inconsciente.

1 comentario:

  1. Vaya, vaya, menudo rumbo esta tomando esta historia. Ya decía yo que dejabas demasiada intriga en el primer capítulo. En fin, espero leer el tercero tan pronto como pueda por que estoy liado con mi blog. Nada, sigue así. Me gusta tu forma de escribir.

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