martes, 16 de agosto de 2011

CAPÍTULO 1. Un pequeño pueblo costero.


Era una calurosa mañana de finales de junio, hacía relativamente poco tiempo que había llegado a la ciudad y ya se sentia aprisionado, fuera de lugar. Necesitaba terminar cuanto antes para volver a su casa, al frescor de la montaña. Se dirigió a la playa, pues sabía que allí estaría ella, tal y como le habían dicho en el informe, con su tabla de surf, cabalgando las olas. Apenas veinte minutos después, sus ojos lo confirmaron. Sonrió complacido y se dirigió al agua. Había estando preparándose para este momento durante tres meses, y esperaba que se notase el dominio que tenía ya sobre las olas, pues era la única manera de conseguir acercarse a ella sin levantar sospechas. El agua le protegía y aunque ella no lo supiese, a ella la debilitaba. Debía hacerlo con cuidado, poco a poco, como solía pasar de forma natural.

- ¡Vaya! Nunca había visto unos aéreos como esos, felicidades -Dijo Klaire acercándose al misterioso chico nuevo- Me llamo Klaire, encantada.
- ¡Gracias! Yo soy Harry -mintió, tendiéndole la mano. Debía mantener su nombre oculto- Aunque los aéreos me dan mucho hambre, ¿Vienes a tomar algo?
Klaire le miró con desconfianza, pero su alarma no se había activado. Dudó:
- Bueno, pero que no sea muy caro, no tengo demasiado dinero.
- Tranquila, conozco un sitio por aquí cerca donde se come muy bien por poco dinero, venga, vamos.
Salieron del agua, recogieron sus cosas y se fueron charlando hasta el bar.
Tres horas más tarde, en su habitación, se quedó pensando en aquel chico tan extraño. Nunca lo había visto por la costa, a pesar de que solía cambiar de playas muy amenudo, y era demasiado bueno sobre la tabla para ser un simple aficionado. Mientras estaban en el bar él la había dicho que es que vivía por la zona desde hacía poco, que en realidad él vivía justo al otro lado del país, donde las olas solían ser mucho más difícil de dominar, por eso parecía tan experto sobre estas aguas. Aunque aquella explicación no la había convencido del todo, decidió darle un voto de confianza. Había sido realmente amable con ella, incluso la había hecho reír en varias ocasiones. Parecía un chico como otro cualquiera. Y así, pensando, fue dejando al sueño adueñarse de ella hasta que se quedó completamente dormida.
Pasó al rededor de una semana hasta que volvieron a encontrarse, esta vez en una tienda de surf, donde Klaire solía comprar todos los utensilios necesarios para practicar su deporte favorito. En esta ocasión, apenas la saludó y salió corriendo de la tienda. Klaire le siguió con la mirada, hasta que éste se montó en un coche negro y acelerando, desapareció de su vista. En esta ocasión había estado muy frío con ella. ¿Por qué ese cambio repentino? Quizá la simpatía del otro día era un simple efecto del calor. ¡Bah! Tampoco se iba a molestar en averiguarlo en ese momento.

«¿En qué coño estaba pensando?» se reprochó mientras estaba parado en un semáforo. «Ni siquiera la conozco, ¿Por qué me he alegrado tanto de verla?» Sacudió la cabeza para borrar la imagen de su cabeza. «Sé a lo que he venido, y eso es en lo que debo concentrarme, no en coger cariño a la chica». Se dirigió al apartamento, donde le estaba esperando Megan, eso seguramente le ayudaría a poner las cosas en su sitio.
Después de cenar, repasó los planes junto a Megan, quien esa noche estaba algo más cariñosa de lo normal. Ël se dejó hacer, mientras la sonrisa de Klaire se grababa a fuego bajo sus párpados cerrados. Megan se separó de él:
 - ¿Qué diablos te ocurre, Matt?
- No me ocurre nada, Meg, son imaginaciones tuyas, venga.. -contestó, intentando atraerla hacía sí y besando su cuello de forma casi automática.
- Basta. No me mientas. Estás muy raro desde que has llegado a casa, ¿Ha ocurrido algo que no me hayas contado?
Matt no supo por qué, pero no era capaz de contestar a aquella pregunta con sinceridad:
- Te lo he contado todo, Meg. He ido a la biblioteca a consultar un par de libros y de camino a casa me he parado en la tienda de surf para comprar algunos accesorios para mañana, nada más.
- Entonces, ¿Por qué estás tan frío conmigo?
- No, no lo estoy...
- ¡No lo aguanto más!-Chilló- Cuando decidas dejar de mentirme, avísame, hasta entonces, buenas noches. -Meg se levantó del regazo de Matt, se colocó el vestido y salió de la habitación dando un portazo.
Matt apagó la luz, cerró los ojos y a los pocos minutos cayó rendido.
Al día siguiente, volvió a la playa, a la misma hora, confiando en que Klaire estuviese allí y no se acordase del episodio que había montado la tarde anterior. Se metió en el agua y a los pocos minutos la divisó. Allí estaba, con su bikini de colores, la melena suelta y aquellos ojos verdes. Sonrió y comenzó a nadar en su dirección. Cuando llegó a su altura, ella le miró con los ojos llenos de preguntas, y él trató de sonreirla lo más cálidamente posible, como diciendo "bueno, no le des importancia, todos tenemos malos días".

Klaire no daba crédito a lo que veían sus ojos, aquel cretino había vuelto a aparecer, le había fastidiado la ola y ahora estaba parado frente a ella deslumbrándola con aquella sonrisa. ¿Quién se creía que era? Le lanzó una mirada que esperó fuera cargada de indiferencia, y se alejó nadando hasta la orilla. Pocos minutos después, notó una presencia detrás de ella. Se giró:
- ¿Qué pretendes? -preguntó directa y  fríamente.
-¿Cómo que qué pretendo? No entiendo nada -respondió el chico.
- ¡Ah, no me digas! ¿Eres bipolar? ¿O acaso tienes un hermano gemelo?
- No.. no entiendo, ¿De qué me estás hablando?. -Matt la miro contrariado.
- Ayer, por la tarde, en la tienda. ¿Por qué me trataste así? ¿Acaso te he hecho algo y no me he enterado?
- ¡Ah..lo de ayer! Es verdad, lo siento. Había tenido un mal día y me descargué contigo. Perdóname. -Dijo con voz dulce- ¡Ya sé como arreglar ese desafortunado encuentro! ¿Qué tal si vienes conmigo y te invito a un helado?
Klaire le miró sin dar crédito. ¿Qué tenía aquel chico con la comida? ¿Acaso la veía demasiado delgada y la quería engondar? ¿De verdad creía que podía tratarla como una mierda y al día siguiente aperecer como si nada? En cambio, se encontró diciendo:
- Está bien, pero quiero uno enorme como recompensa.
- ¡por supuesto! -concedió él alegremente.
Se acercaron hasta el paseo maritímo donde había una heladería artesana que hacía los mejores helados del lugar. Ella pidió uno de tres bolas, él se conformó con un granizado para llevar. Pasearon hasta tarde, hablando de todo y nada, como si se conociesen de toda la vida, sintiéndose agusto uno en compañía del otro, no queriendo que ese momento acabase nunca. Pero la alarma del reloj de la chica puso fin a la conversación:
- Lo siento, tengo que marcharme -Apagó la incómoda alarma y se dirigió hacia el otro lado- Gracias por el helado, y por la charla.
- ¿Nos vemos pronto?
- Nos vemos pronto -respondió ella, y acto seguido echó a correr, pues le quedaba poco tiempo.
Él la observó alejarse antes de poner rumbo a su coche para marcharse.
Klaire llegó y apenas saludó a Terry, puso rumbo a la habitación donde tenían un pequeño frigorífico, saco uno de los botecitos y se lo bebió de un trago. En ese momento, una cabeza rubia ceniza asomó por la puerta:
- Has llegado demasiado justa de tiempo, Klaire -la reprochó- ¿Dónde te habías metido?
- Lo siento, Terry, había muy buenas olas en la playa y... -¿Debía contarle lo de aquel chico? se preguntó Klaire. Después de un largo silencio, decidió que aunque lo fuese a hacer, aquel no era el momento adecuado-, perdóname.
- Es la primera vez que se te pasa la hora de tomarte la medicina -añadió Terry, extrañada- y espero que sea la última. ¡Bueno, ven al salón cuando puedas y me cuentas qué tal el día!
Klaire sonrió a su prima. ¡Siempre preocupándose por ella! En el fondo era buena chica, y la quería mucho, pero a veces la agoviaba con su enfermedad. Aún recordaba cuando habían tenido que mudarse allí con ella, dejando atrás a sus padres. Había sido un duro golpe para una niña de sólo 7 años, pero ahora podía imaginarse que tampoco debió de ser sencillo para Terry, que sólo tenía 8 años más que ella. Klaire sacudió la cabeza para alejar los recuerdos de su mente y se dirigió al salón.

La semana siguiente, prácticamente se vieron todos los días: en la playa, para tomar algo al atardecer, comprando algo en la tienda de surf e incluso, acompañándose a hacer algún que otro recado. Megan estaba algo molesta con el comportamiento de Matt, ya que solía llegar tarde a casa y apenas la prestaba atención, así que aquella noche, cuando ya se iban a acostar, le preguntó:
- ¿Qué haces tanto tiempo con esa chica, Matt?
- Ya te lo he dicho mil veces, Meg, simplemente me estoy acercando a ella, dejando que confíe en mi... como parece que tú no haces. ¿A qué viene tanta pregunta? -respondió, claramente a la defensiva.
- No te he preguntando tanto -saltó la chica, algo molesta-, solo te recuerdo lo que hemos venido a hacer aquí. Creo que estás perdiendo mucho tiempo, deberías pasar ya a la siguiente fase, ¿no crees?
- No te entrometas, Megan -contestó con un tono algo más frío de lo que pretendía-, si estás aquí es porque te permití venir conmigo, nada más. Límitate a hacer tu papel en esto, o vuelve a casa. Puedo encargarme de esto yo solo, ¿entendido?
Megan le puso cara de pocos amigos, pero lo dejó estar. Matt se fue a la sala de estar y se colocó los cascos para dejarse llevar por la melodía de la música de su mp3. Era cierto todo lo que Megan le acababa de reprochar, su alejamiento de ella, de los planes, el perder de vista cuál era su verdadero objetivo... pero, Klaire era tan..especial. Nunca había conocido a alguien como ella, y sin embargo, le resultaba tan familiar. Se sentía agusto en su presencia, como no lo había hecho con nadie, ni siquiera con su propio hermano, al que estaba tan unido. No, ella era distinta. Su vitalidad, su alegría, sus ganas de vivir... de vivirlo todo. Prácticamente no tenía miedo a nada, siempre sonriente, con algún plan alocado rondado su pequeña cabecita. Como cuando el día anterior habían ido hasta un acantilado a las afueras para escalar hasta una cueva donde resultó que había unos animalillos muy curiosos, como pequeños puntos de luz dentro del agua, de un color malva con reflejos aguamarina y parecidos a una estrella de mar, pero mucho más pequeños. O cuando habían ido al faro abandonado y ella le había mostrado la inmesa colección de libros y manuscritos que había allí, un pedazo de historia de aquel lugar con un valor incalculable y que sólo ella conocía gracias a aquella insaciable curiosidad suya. O la maravillosa playa en la que habían estado ese mismo día, de una belleza y delicadeza indescriptibles, completamente vírgen, de unos quince metros de largo, agua cristalina y rodeada de foresta salvaje. Habían pasado alli todo el día, rebozándose por la arena, surfeando, buceando por sus aguas y charlando tranquilamente mientras comían el picnic que había preparado ella, y que había resultado ser una cocinera bastante buena. Sentía que con ella podía hablar de todo, y aquel secreto comenzaba a quemarle como ácido por dentro. ¿Cuánto tiempo aguantaría aquella situación?

Terry subió las persianas:
- ¡Despierta dormilona, que un nuevo día ha comenzado!
- Un poco más -rezongó desde la cama Klaire- solo un poco más...
Terry destapó a Klaire y comenzó a hacerla cosquillas.
-¡Vale, vale, para! -rió entrecortadamente Klaire, algo más despejada- ya me levanto.. ¡Qué manía tienes de levantarme tan temprano!
-Deja de protestar. Venga, tómate la medicina, que ya es hora y ven a desayunar, tengo algo para ti.
- ¿Para mi? -se extrañó- Hoy no es ningún día especial, ¿no, Terry?...
Como su prima no la respondió se levantó de la cama, bebió la botellita que la había dejado en la mesilla y bajó a la cocina. Allí sentado estaba él, Harry. ¿Qué hacía allí si no habían quedado hasta dentro de dos horas?
- ¡Buenos días! -saludó él, mostrando su hilera de dientes perfectos- ¿No te alegras de verme?
- Esto..sí, claro.. pero, ¿Qué haces tú aquí? Habíamos quedado..
- Si, dentro de dos horas, pero es que tenía que hacer unos recados por la zona y no he podido evitar pasarme por aquí, espero que no te impote -añadió, al ver la cara contrariada de la chica.
Klaire le miró fijamente. ¿Cómo iba a importarla si no veía la hora en que se volviesen a ver? Solamente estaba desconcertada. De repente notó la mirada del chico, quien la repasaba de arriba a abajo y no pudo evitar una sonrisa algo socarrona. Klaire se dió cuenta de que apenas iba vestida, y se ruborizó, aunque sabía que era una tontería, pues el chico la había visto en bikini la mayor parte del tiempo. Él, al darse cuenta de su reacción, rió:
-Si yo fuera chica, no me avergonzaría de ese cuerpo -soltó, como si fuese lo más normal del mundo.
-¡Idiota! -Klaire le arrojó un paño de cocina que tenía cerca y salió corriendo hacia su cuarto para cambiarse.
Terry carraspeo. El muchacho pareció reparar por primera vez en la presencia de la chica en la estancia:
- Así que tu eres con quien Klaire ha pasado tanto tiempo estos días, ¿Me equivoco? -interrogó Terry, suspicaz.
- No, no te equivocas-respondió, cordial-, encantado, Soy Ma..Harry.
-Terry -contestó ella, sin reparar en el fallo del chico-. ¿Eres nuevo aquí, verdad? Tu cara no me suena.
- Si, me instalé hace dos meses y medio.
- ¿Y qué ha venido a hacer aquí un chico como tú?
- Surf. Me habían hablado de la calidad de las olas por esta zona, y quería comprobarlo por mi mismo. -Matt hizo una pausa para mirar fijamente a Terry-. Efectivamente, no me engañaron. Son perfectas.
En ese momento Klaire regresó, interrumpiendo la conversación que comenzaba a ser algo incómoda para el chico, aunque aparentemente estuviese de lo más relajado. Se despidieron de Terry y se encaminaron hacia el coche, que estaba aparcado a una manzana de la casa de ella. Ese día tenían planeado acercarse a una cala donde había previsión de fuerte oleaje, pero antes pararían en el mirador, pues cerca de allí había un pequeño bosque donde crecían unas flores que Klaire dijo que a Terry le encantaban. Cuando llegaron arriba del todo Matt se quedó fascinado con las vistas:
-Es impresionante, ¿verdad? -Preguntó Klaire, acercándose por detrás-. Cuando era pequeña y me enfadaba con Terry solía venir hasta aquí a esperar la puesta de sol. Nunca he sabido por qué, pero eso me tranquilizaba -hizo una pausa, respirando aquel aire, siempre algo más fresco que allí abajo, en la playa-. Hubo una vez que me despisté de hora y me quedé más tiempo de lo debido, al llegar a casa me llevé una buena bronca por parte de Terry y volví a escaparme, pero esa vez, Terry me sigió y descubrió mi escondite. Y, aunque ya no pude considerarlo como "mi lugar secreto", Terry descubrió sus flores y se puso muy contenta, pues al parecer son flores muy raras de encontrar. Así que, desde aquella vez, siempre que paso por aquí, Terry me encarga que la lleve un ramo.
- Bien, pues no perdamos más el tiempo y busquemos esas flores -contestó Matt, sonriendo y poniéndose en marcha-. Nunca me habías hablado de Terry..pero parece muy importante para ti.
- Es mi prima. Vivo con ella desde los siete años, así que también es un poco mi madre.-Klaire sonrió- Es un todo en uno, mi madre, mi prima y mi mejor amiga. Así que, si, es muy importante para mi. Y tú, ¿vives solo?
- Sí -respondió él, arrepintiéndose de tener que contar otra mentira más-.
- Algún día podríamos...
- ¡No! -la cortó bruscamente. Al darse cuenta, trató de suavizarse- me da vergüenza. Ya sabes, un piso de un chico.. está todo patas arriba.. además, es muy pequeño. No, definitivamente no es buena idea.
- Bueno, no importa.. era solo una sugerencia.. no pasa nada -agregó, un poco cortada ante la reacción del chico- ¡Ah, mira, allí están!
Klaire se alejó corriendo hacia el lugar donde había divisado las flores, dejando a Matt algo más rezagado. «Otra mentira más» pensó «¿Cuánto aguantará el saco antes de romperse?». La observo risueña entre las flores, y algo en el centro del pechó le dolió. Klaire le llamó con la mano y él sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos de su cabeza. Carpe Diem.
Llegó a casa muerta de cansancio. Colocó la tabla de surf en el garaje y entró por la cocina. Terry estaba en el salón.
- ¡Ya estoy en casa! -saludó alegremente desde la cocina. Cogió un poco de agua y se dirigió al salón-¿Cómo estás? ¿Terry? -la chica se fijó en la cara seria de Terry y se preocupó, ¿qué habría pasado? - ¿Terry, qué ocurre? mira, te he traido tus flores..
- ¿Por qué no me habías hablado de él, Klaire? -preguntó, haciendo caso omiso al ramo de flores que le ofrecía Klaire.
- No.. no lo sé, Terry.. -susurró, arrepentida de decepcionarla- Supongo que me dió vergüenza.. que no encontré el momento adecuado...-trató de justificarse.
- Eso nunca ha sido un problema. ¿Por qué no has confiado en mi esta vez?
- Porque esta vez es distinto. No es un simple compañero de clase o alguien que he conocido en un pub por la noche... es distinto a los demás -Klaire cogió aire y fuerzas- Quería contártelo... de verdad. En cuanto nos conocimos...
- ¿Hace cuánto de eso?
- Dos semanas y media -respondió a media voz-.
Los ojos de Terry estaban cargados de decepción.
- ¿Y en todo este tiempo no has tenido el valor de comentármelo? -su voz sonó dura e hiriente, pero no la importó.
- Se me pasó...-Klaire no entendía el comportamiento de su prima, ¿Desde cuándo era tan importante que hubiese conocido a un chico?- ¡Oh, vamos Terry, no es tan grave!
- Quizá no lo sea para ti, Klaire. Pero si para mi. No has confiado en mi, y eso me duele -se levantó del sofá y se dirigó hacia la puerta. Antes de cruzarla, se giró y añadió- No quiero que vuelvas a verle.
- ¿Qué? ¡Es absurdo! ¿Me vas a prohibir verle porque no te conté que nos habíamos conocido? -le reprochó, incrédula.
- Exacto. Veo que lo has captado a la primera -lanzó una mirada fría a su prima y cerró la puerta con un seco- buenas noches.
- Buenas noches...-susurró Klaire con ojos vidriosos.
Alargó el brazo para coger su cojín favorito, y aferrarse a él, como hacía cuando tenía cinco años. El comportamiento de Terry la había descolocado por completo. No entendía absolutamente nada. Era cierto que siempre la había contado todo sin problemas, incluso con aquel chico de clase o el del curso de teatro, y nunca la había prohibido verles. ¿Qué había diferente esta vez?

2 comentarios:

  1. Escribes muuuy bien desde las primeras faces la historia engancha, me gusta .
    te sigo tmb por este blog.
    Saluditos

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  2. Hola, perdón por el retraso pero he estado muy ocupado con mis bloces para ponerme a leeros a todos. Este primer capítulo me ha parecido muy interesante. Dejas una buena intriga sobre las verdaderas intenciones del chico, por otro lado, Klaire se me hace muy real, hasta con su horario para tomar la medicación, creo que es una historia que me gustara.

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